¿Sabes qué es la singularidad tecnológica? Seguramente habrás oído hablar de ella, pues casi todos los futurólogos y conocedores de la tecnología concuerdan en que ocurrirá. Así que no te pierdas los próximos párrafos de este post, en que hablaré sobre la singularidad tecnológica y sus consecuencias.
¿Qué es la singularidad tecnológica?
La singularidad tecnológica es un punto de inflexión en que la tecnología cambiará completamente la historia humana. Tal será la transformación, que cualquier intento de saber qué pasará después tiene altas probabilidades de fallar. Simplemente, la vida humana será tan distinta a lo que conocemos, que es imposible predecirla desde nuestro conocimiento y maneras de pensar actuales.
El término fue acuñado por John Von Newman, célebre físico y matemático húngaro. En 1953, Newman advirtió que el desarrollo tecnológico acelerado de nuestra época daría lugar a un cambio radical y abrupto en un futuro cercano. Pero el público general no supo del tema hasta que el autor, inventor y futurista norteamericano Raymond Kurzweil, basándose en su Ley de Rendimientos Acelerados (corolario de la Ley de Moore), predijera que alrededor de 2029 nacería el primer ordenador capaz de pasar el test de Turing.
Esto significa que será capaz de pensar y ser consciente de sí mismo. Y, dado que las máquinas evolucionan tan rápido, no tardarán en superarnos en todos los aspectos, incluyendo inteligencia y emociones. Además, serán capaces de crear otras máquinas todavía más sofisticadas. Como no podemos imaginar cómo pensarán y sentirán, por ser superiores a nosotros, tampoco podemos predecir qué ocurrirá después.
¿Qué ocurrirá después de la singularidad? Posibles escenarios
Lo cierto es que solamente podemos suponer que después de la singularidad habrá cambios que están más allá de nuestro entendimiento. Así todo, hay algunas predicciones que tienen bastante sentido. Por ejemplo, según numerosos autores, se fusionará la inteligencia humana con la artificial, dando lugar a la inteligencia no biológica de los posthumanos (nuestros sucesores).
Pero esto no arroja mucha luz sobre el futuro, salvo que a partir de entonces el desarrollo tecnológico será increíblemente acelerado y la vida sobre la Tierra cambiará en pocos años, ya que la inteligencia posthumana no solo será superior, sino que se rediseñará constantemente, haciéndose a sí misma cada día más avanzada.
Por otro lado, hay algunos escenarios posibles que predice la ciencia-ficción. Los dos más conocidos son, fuera de duda, los de las sagas cinematográficas Terminator y The Matrix. En ambas sagas, el despertar de las máquinas conlleva a una rebelión que termina aniquilando a casi toda la raza humana, e imponiendo la vida artificial sobre la biológica.
¿Cuál es la probabilidad de que esto ocurra? No lo sabemos. Aunque lo cierto es que no hay razón para suponer a priori que las máquinas se rebelarán o competirán contra nosotros. Podrían, en su lugar, colaborar e incluso fusionarse con los humanos, dando lugar a los cyborgs, por lo que la dualidad hombre-máquina desaparecería.
Además, la rebelión puede en cierta medida prevenirse insertando ciertas reglas en la programación interna de las máquinas. El ejemplo más notable son quizás las Tres Leyes de la Robótica, concebidas por el célebre escritor y futurista Isaac Asimov. Estas leyes, impresas en el núcleo programático de las inteligencias artificiales, les impedirían a estas hacernos daños.
Pero hay una objeción: si las máquinas llegan a ser más inteligentes que nosotros, pueden hallar fácilmente la manera de violar dichas leyes o reprogramarlas. Además, no se puede garantizar que no haya un fallo en alguna máquina, como previó el mismo Asimov en su famosa Serie de robots. O que incluso sea un humano quien, con todo propósito, diseñe una inteligencia artificial sin estas leyes.
Así que la única forma de saber lo que ocurrirá después de la singularidad tecnológica (si esta llegara realmente a ocurrir), es sentarnos y esperar. Porque lo único que sabemos hasta el momento es que el futuro nos depara sorpresas que apenas si empezamos a imaginar.
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